SER IMPERTURBABLE

Durante muchos años el Buda se dedicó a recorrer ciudades, pueblos y aldeas, impartiendo enseñanzas siempre con infinita compasión. Pero en todas partes hay gente discordante y desaprensiva. A veces surgían personas que se encaraban al Maestro y lo insultaban acremente. El Buda jamás perdía la sonrisa y mantenía una calma imperturbable. Hasta tal punto conservaba la quietud y la expresión del rostro apacible, que un día los discípulos, extrañados, le preguntaron: ¿Cómo puedes mantenerte tan sereno ante los insultos? Y el buda respondió: “Ellos me insultan, ciertamente pero Yo no recojo el insulto”. El Maestro dice: “Insultos o halagos, te deben dejar tan imperturbable, como la brisa de aire al abeto”.