LA SENCILLEZ

El gran conquistador Alejandro Magno, después de una de sus campañas, se encontró con el filósofo Diógenes, que tomaba el sol muy tranquilo y medio desnudo a la orilla del rio. Alejandro había tenido como tutor al gran Aristóteles, y respetaba la sabiduría de Diógenes, el filósofo que vivía en un tonel, de una manera sencilla y, aprovecho la oportunidad para acercarse a él en persona y conversar con él humildemente, volviendo por unos instantes a ser un rato discípulo en medio de su gloria militar. Tal fue la impresión de Alejandro Magno al verlo vivir así, y le dijo a Diógenes: “Me marcho, pues he de continuar con mis hazañas para la historia. Pero desde ahora ruego a los cielos que en la vida que me toque vivir en mi próxima encarnación no sea yo Alejandro, sino Diógenes”. Diógenes le contestó: “ Y para que esperar para ello a tu próxima encarnación ? Puedes serlo desde ahora si así lo deseas. Hay sitio de sobra aquí para poner otro tonel “. Diciendo esto Diógenes volvió a tumbarse al sol, mientras Alejandro Magno montaba en su caballo para proseguir con sus campañas.